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  • Foto del escritorOrlando Márquez

LAS PROFECÍAS DE PIO XII SOBRE CUBA

No son totalmente desconocidas aquellas “visiones” que Pío XII tuvo sobre Cuba, pero pocos cubanos saben que aquel Papa (1939-1958) se refirió en dos radiomensajes al futuro de nuestro país de modo profético.

El Catecismo de Iglesia católica afirma que Dios puede “revelar el porvenir a sus profetas o a otros santos” (2115). Y el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española ofrece tres acepciones del término profecía no muy diferentes: 1- Don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina las cosas distantes o futuras./ 2. Don sobrenatural para pronunciar oráculos en nombre y por inspiración de Dios./ 3. Predicción hecha en virtud de don sobrenatural.

El primero de los radiomensajes, con fecha 24 de febrero de 1947, fue dirigido al Primer Congreso Eucarístico Nacional[1]. Aunque su invitación a participar en misa vale para todo momento, solo transcribo aquí los segmentos referidos al futuro del país:

“El Señor, hijos amadísimos de la República de Cuba, os ha regalado una patria, hermosa como un jardín espléndido anclado en un mar encantador, donde el cielo siempre es azul, donde la tierra, casi espontáneamente, brinda entre sonrisas sus frutos dulces y aromáticos.

”[...] Pero precisamente en esta placidez y suavidad del fácil vivir, en esta perenne y casi irresistible sugestión de una naturaleza luminosa y exuberante, en esta prosperidad alegre y confiada se esconde acaso el enemigo; por el tronco airoso de vuestra palma real, que el suave soplo de la brisa hace cabecear airosamente, nos parece ver que perezosamente se desliza la serpiente tentadora: «¿por qué no coméis?... —os dice—; seréis como dioses» (cfr. Gen 3). Y si todo el esplendor de esta poderosa atracción puramente natural no se compensara con una vida sobrenatural potente y robusta, la derrota sería cierta.

”[…] Cuba es tierra de la Madre de Dios, porque sobre ella reina como patrona […] Que por su intercesión y por las oraciones y las enseñanzas de este Congreso el Dios eucarístico les conceda verse libres de la plaga universal; pues aunque los efectos del materialismo neo-pagano han mostrado con macabra elocuencia al mundo de qué cosa es capaz el hombre cuando piensa que solamente es materia, sin embargo estamos, por desgracia, bien lejos de tener la impresión de que la lección haya sido aprovechada y nos embarga el temor de que a un materialismo no quiera suceder otro, no menos fatal y pernicioso”.

No soy intérprete de profecías, pero lo cierto es que aquella “placidez y suavidad del fácil vivir”, la “prosperidad alegre y confiada” descrita por Pío XII, no estuvo acompañada de un compromiso social amplio. Las debilidades de una democracia poco cultivada permitieron, cinco años después, el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952, el retorno al poder de los militares y del “hombre fuerte”, Fulgencio Batista. Pudiera ser este el primer materialismo.

El otro radiomensaje, con fecha 12 de enero de 1954, fue con motivo del Quinto Congreso Iberoamericano de Educación Católica[2] celebrado en La Habana por esos días. Además de reconocer la importancia del trabajo educativo que convocaba a los participantes, el Papa los invitaba a pensar en la ciudad que los acogió, y por extensión en el país, usando imágenes huracanadas muy específicas de su posición geográfica, para anunciar el mal que se avecinaba:

“Esta vez, vuestra reunión ha encontrado acogida señorial en esa espléndida ciudad de San Cristóbal de La Habana, donde habéis podido admirar una Universidad fundada por la Iglesia nada menos que en 1728 y tan pujantes instituciones docentes católicas, como la moderna Univer­sidad de Sto. Tomás de Villanueva y ese grandioso Colegio de Belén […] Todo se diría que invita al optimismo y a la paz, aunque allá lejos a lo mejor ruja la tormenta o se esté formando junto a cualquier isla remota el tifón desolador. Paz y optimismo han sido sin duda ninguna el espíritu de vuestra Asamblea, ungida con la caridad de Cristo, a la sombra protectora de su doctrina y de su Cruz, bajo el manto maternal de la Iglesia, que os mira como su porción predilecta; pero no os olvidéis de que más allá brama el oleaje de las pasiones desencadenadas y corren por el cielo en galopadas, tenebrosas nubes negras ansiosas de descargar en vuestros campos el granizo mortal y de arrasar vuestros sembrados con todo el ímpetu iracundo del huracán. Pero está escrito: ¡no prevalecerán! Y pasarán, como pasan esos turbiones de vuestro cielo, que dejan el aire luego más limpio, el sol más luminoso y la tierra más fecunda, aunque dejen también un triste séquito de desolación”.

En espacio de tiempo similar al anterior, cinco años después, se produce el triunfo de la Revolución en enero de 1959. Una dictadura es sustituida por otra, ahora “del proletariado”; un gobierno de militares es sustituido por otro gobierno de militares, ahora revolucionarios; un general y “hombre fuerte” es sustituido por un “comandante en jefe”; un materialismo hedonista es sustituido por un materialismo marxista: otro materialismo, “no menos fatal y pernicioso”.

Para mí estas palabras de Pío XII siguen siendo un misterio, perteneciente al campo de lo que solo Dios conoce. Obviamente son mensajes para los católicos, y todos no somos ni seremos católicos. Pero eso no impide a ninguno pensar un poco más sobre la espiritualidad propia y de otros, que debiera prevalecer sobre lo simple material. Vivir como si Dios existiera no hace daño.

Las profecías, incluso muchas de las que encontramos en la Biblia, pueden ser desgarradoras y terribles, pero igualmente ofrecen una esperanza última. Del mismo modo las crisis, como la de Cuba hoy, precisamente por su fuerte impacto humano y social, brindan oportunidades únicas de crecimiento personal y comunitario si se buscan, de modo armonioso, respuestas nuevas y adecuadas.

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