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  • Foto del escritorOrlando Márquez

LO PEOR NO HA DEJADO DE PASAR

Lo peor que le puede ocurrir (al chavito) es que valga un día más que el dólar”, dijo Fidel Castro en una breve intervención, de solamente cuatro horas, en la televisión cubana el 16 de noviembre de 2004.

Días antes, el 8 de noviembre, se había retirado abruptamente el dólar de la circulación nacional como respuesta a sanciones financieras del Gobierno de Estados Unidos por las transacciones internacionales que el Gobierno cubano hacía con dólares. Otra respuesta no menos absurda fue aplicar una devaluación del diez por ciento al dólar sobre el ya distorsionado cambio de un dólar igual a un chavito, incluso a un peso cubano. El objetivo de tanto desquicie era “garantizar el valor del peso convertible”. Ficción y delirio. El resultado fue la generación de un incalculable mercado negro de divisas.

Quienes tenían cuentas bancarias las vieron transformadas sin previo aviso en Pesos Convertibles, o CUC o chavitos, como popularmente fueron conocidos aquellos coloridos billetes que solo tenían valor en el mercado interno. También a la Iglesia pretendieron cambiarle los fondos de los donativos, depositados en el Banco Financiero Internacional, de dólares a chavitos, porque sí; soberanía monetaria. Recuerdo haber leído la carta fulminante, y sin demora, que envió el cardenal Jaime Ortega a las autoridades financieras de la Isla. No recuerdo los detalles, pero sí que sus argumentos, tanto financieros como morales o de derecho internacional, paralizaron la medida. No sé qué ocurre hoy, pero creo que las finanzas de la Iglesia andan medio desordenadas con el ordenamiento. Sin ingresos regulares generados por ella misma, no creo pueda igualar los nuevos salarios mínimos para sus trabajadores.

Lo cierto es que el actual "ordenamiento económico" condenó a muerte al chavito, contradiciendo los pronósticos de Fidel Castro, quien llegó a afirmar aquella noche que “todos aquellos que acudieron a cambiar han hecho un buen negocio. Un peso convertible se devalúa, con seguridad, menos de lo que se devaluará el dólar […] Puede ocurrir que el peso convertible valga un día más que el dólar. Con toda seguridad, lo peor que le puede ocurrir es que valga un día más que el dólar”, según reportó entonces la nota de EFE que conservo.

Supuestamente esta sería la oportunidad para acabar con las tiendas en divisas que tanto le molestaban, más bien le repugnaba porque sabía lo que significaba”. Pero hoy se abren más tiendas en dólares o divisa fuerte para quienes puedan. ¿Y la continuidad? Pues no es real, como tampoco lo era aquella afirmación de Fidel Castro. La mal llamada continuidad no es más que un intento de fuga al pasado, un esfuerzo desesperado e irresponsable para evitar enfrentar el presente tal cual es. Esfuerzo simbólico o virtual, pero con consecuencias reales.

No lo niego, me gustaría ver las reformas anunciadas porque representarían una mejora en la vida nacional. Pero tras más de diez años de su anuncio sin muestras reales, está bien claro que todo era parte de la misma envejecida ficción.

Y esto sí es continuidad. Como Fidel Castro fue por más de sesenta años el único referente y autorizado a hablar, hay que acudir a él para husmear todo el proceso. En 1971, hablando con estudiantes en la Universidad Técnica de Santiago de Chile, dijo que el modelo cubano no quería “crear egoísmos en el seno del pueblo” ni crear “privilegios en el seno del pueblo […] ¿Vamos a cambiar el esqueleto burgués por otro esqueleto tan burgués como el otro? ¿Vamos a trabajar mediante procedimientos fiscales, impuestos, luchas? ¿Sustituir las clases históricas por clases artificiales y tener obreros ricos y obreros pobres, y trabajadores que porque no trabajan con las máquinas no tendrían nada? […] No hablen de regímenes de impuestos, que en el fondo todo eso es una mentira. Y puesto que me hicieron la pregunta sobre esta cuestión, digo con toda claridad que es maquiavélico, que es diabólico, que es irresponsable, que es criminal cualquiera que en nuestra patria —o, a nuestro juicio, en cualquier parte— se le ocurriera semejante locura” (https://www.archivochile.com/America_latina/fidelcl/fidelcl0027.pdf).

De este modo sería criminal intentar en serio el ordenamiento. Pero, ¿se podría al menos ordenar la continuidad? Tal vez lo peor que pudo ocurrirle al chavito fue haber nacido, o vivir tanto tiempo. Con la economía centralizada lo peor no ha dejado de pasar.

Continuidad o reforma real, ese es el verdadero dilema a enfrentar, como demanda el desgaste de los cubanos en las colas que les arrebatan, de modo tan absurdo, días y hasta meses de su vida. Continuidad podría interpretarse también como transformación continua y progreso, no estancamiento; pero, como aquello que se pretende continuar no buscaba el progreso, no habrá resultado positivo. La reforma es el camino. Esconderse en la “gloria que se ha vivido” impide crear nuevos momentos gloriosos. Evidentemente el dilema exige cualidades en el liderazgo para cumplir la palabra empeñada, incluso ya convertida en ley. Para ello hace falta algo más que títulos heredados.

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