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  • Foto del escritorOrlando Márquez

PARECE QUE FUE MAÑANA

O ayer, u hoy y volverá a ser el próximo año.

Releer estas palabras treinta años después pueden generar diversas emociones. Depende de cómo cada cubano haya vivido estos años la realidad de la Isla. Igual pudieran haber sido dichas hace sesenta años y su vigencia no se alteraría. Se ha revelado el Sísifo revolucionario.

Las palabras son de Raúl Castro, tomadas de una entrevista concedida al periodista Luis Báez en 1994, incluida en el libro “Preguntas Indiscretas” (Ediciones Prensa Latina, La Habana, 1999). Al leerlas, alguien pudiera pensar que la voluntad revolucionaria por lograr el desarrollo del país siempre fue auténtica pero muchos factores conspiraron contra su éxito. Sin embargo, no se debe desconocer otra realidad: perseverar por décadas con inverosímiles maniobras de equilibrista, o desequilibrado, para administrar la pobreza y carencias que han atrapado a más de cuatro generaciones de cubanos, no es precisamente una muestra de interés por el bien de los ciudadanos y del país. Menos aún si solo renace el capitalismo para unos pocos.

Es cierto que hubo buenos proyectos y logros sociales en los primeros tiempos, lo terrible fue creerse ungidos. Pareciera que haber alcanzado la “gloria humana” al encabezar con éxito una revolución popular, y arrastrar a una multitud fascinada, solo puede conducir a la autocomplacencia casi divina de los líderes, incapaces de ver más allá del paraíso que se han construido. Convencidos de haber nacido para esa gloria, optan por creer que solo ellos tienen la respuesta para todo, y esa masa que llaman “nuestropueblo”, no tiene otro destino que esperar pacientemente los resultados de sus ideas atormentadas, las mismas de ayer, abandonadas hoy y retomadas mañana. Han tenido toda la vida para ensayar discursos, ensayar represiones, ensayar culinariamente, ensayar reformas, ensayar contrarreformas, ensayar justificaciones, ensayar mentiras, ensayar cinismo. Ensayar, en fin, con la vida de los otros.


El Cobre, 1995. / Foto: Orlando Marquez

 

RAÚL CASTRO. ESPÍRITU DE LUCHA

(Fragmentos)

“Si dicen que el hombre es el único animal que choca dos veces con el mismo obstáculo, yo digo que los cubanos chocamos más de una docena de veces con el mismo obstáculo. […]

No se puede reprimir al que tenga una idea audaz, siempre y cuando tenga alguna lógica. Debemos criticar al que no tiene ninguna idea, al cuadro que no piensa. […]

El papel de cualquier dirigente, del nivel que sea, es el de prever. Hay que adelantarse a los acontecimientos. Hay que coger a los acontecimientos por el “narigón” y llevarlos hacia donde nosotros queramos. No dejar que los acontecimientos sean los que nos lleven.

Nuestros enemigos hablan de que hay que crear otro partido. Cualquier otro partido sería el del imperialismo y eso sí que jamás lo permitiremos. Lo que tenemos que hacer es revisar todo este trabajo en el partido, desde abajo hasta arriba, y hacerlo mucho más democrático, más eficiente. […]

Jefe que no provoque la discrepancia con sus subalternos, fracasará. Nada supera la decisión colectiva, el consenso. […]

Al jefe que solo le gusta el subalterno que lo complazca, el que tiene la sonrisa y el sí siempre a flor de labios sin pensar; el que está esperando sólo saber qué es lo que piensa el jefe para decirle lo que el jefe quiere oír, es un tonto y más tonto que él es el tonto del jefe que así actúe.

Un jefe bobo se busca subalternos bobitos, y esos bobitos se buscan otros subalternos más bobitos que él, entonces es una cadena de bobos, bobitos, superbobitos y bobísimos. […]

Corremos el riesgo todavía de represalias sutiles, como pueden hacer los jefes de cualquier sector. Sé de historias de compañeros que se han atrevido a discrepar y no han durado mucho en el cargo, enseguida los han movido para otro puesto, se los quitan de al lado, que es más fácil.

Puedes tener la seguridad de que al que descubramos aplicando represalias tendrá que pagar las consecuencias. Ese no podrá ser nunca el estilo de trabajo del partido ni del Gobierno, a ninguna instancia. […]

De la indisciplina no se escapa nadie. Que tire la primera piedra, el que se encuentre libre de pecados. Y no se me olvidan tampoco, en este orden de pensamiento, indisciplinas de algunos que no quieren aceptar a otros porque son más jóvenes. El que actúe así le vamos a salir al paso inmediatamente. […]

Por la situación existente, el estado político, moral, el estado del ánimo de la población, los disgustos que a menudo sufre la población por cuestiones que no tienen ninguna justificación, nos demuestran, una vez más, ¡la clase de pueblo que tenemos! […]

(Hablando sobre el mal estado de los hospitales) Es una vergüenza. La medicina es una de las grandes conquistas de la Revolución. Nosotros podríamos tener mejor nuestros hospitales. Y los vamos a tener. De eso que no le quepa dudas a nadie. […]

Qué cosa puede haber más sensible que un enfermo o un entierro, de un pariente, cercano o lejano. Es una persona, un ser humano. Por lo regular, todos tenemos algún que otro doliente. En ocasiones hay que esperar horas y más horas para darle sepultura a un familiar querido.

Eso no es culpa del periodo especial. Eso se debe a la falta de sensibilidad, a la burocracia. ¿Quieres algo más triste que las condiciones en que están algunos de nuestros asilos de ancianos? ¿Por qué no pueden estar como los que atienden las monjitas, cuyo proverbial espíritu de consagración y de fraternidad humana ha sido resaltado por el Comandante en Jefe? […]

Hay muchos renglones que se pueden producir en el país y sin embargo, los hemos tenido que ir a comprar al extranjero. Un ejemplo: hay granos, frijoles de diversos tipos, que se pueden producir en Cuba y en estos 35 años hemos tenido que invertir mil 200 millones de dólares, comprándolos en el extranjero. Honestamente, esto es algo muy duro. […]

(Al referirse a una visita que realizó al director del Instituto Nacional de Reforma Agraria -INRA-, en la década de los sesenta) Una tarde lo vengo a visitar y observo que al lado del buró tenía unos saquitos de malanga. Al momento de marcharme me dice el compañero: ‘Ministro, llévese este saquito de malanga para la casa’.

Entonces me comenta: ‘Usted va a ver cómo el año que viene las viejas no van a poder aquí con los sacos de viandas’ […] Por supuesto que me la llevé. Han pasado 30 años desde entonces y todavía estamos esperando porque las viejitas no puedan con las jabas de malanga.

Hoy el problema político, militar e ideológico de este país es buscar comida. Esa es la tarea principal desde todos los puntos de vista. Para aliviar esta situación, esperamos poner muy pronto en marcha el mercado agropecuario. […]

La idea central radica en que todo aquel que esté vinculado a la tierra -empresas y granjas estatales, UBPC, CPA, EJT, CCS, agricultores pequeños- pueda vender lo que produzca después de haber cumplido su plan con el Estado, sin meternos nosotros en el precio […]

Hay que estar claros en una cosa, si hay comida para el pueblo no importan los riesgos. […]

Yo analizo diariamente qué hice durante el día. Si trabajé bien, si dediqué el esfuerzo a las cosas principales. Si me fui en cuestiones secundarias. En qué cometí errores. Si a alguien lo traté mal, en una respuesta o en algún planteamiento. Eso me lo enseñaron los jesuitas.

Ese examen de conciencia -como ellos le llamaban-, es algo que tenemos que hacer todos los revolucionarios diariamente, y tenemos que hacerlo con crudeza. […]

Pero estoy firmemente convencido de que los problemas los vamos a resolver todos los cubanos unidos bajo la dirección del partido y de Fidel. De eso, que no le quepa dudas a nadie.”

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